martes, 22 de julio de 2008

Alta velocidad y centrales térmicas.



Desde hace algún tiempo estamos asistiendo a un nuevo capítulo de la fase especulativa del modelo capitalista que nos toca sufrir.

En el Estado español hemos pasado de la burbuja inmobiliaria del cemento y el ladrillo a la incontrolada producción de energía eléctrica.

Todo dentro de este sistema económico neoliberal que hace que las grandes eléctricas se dediquen a devorarse unas a otras y desarrollen planes para la compra o rapiña de sus potenciales competidoras en cualquier lugar del planeta.

Según los datos de la propia Red Eléctrica Española, a 31 de diciembre de 2007 la potencia total instalada era de 85.959 MW, y el máximo de demanda de potencia durante 2007 fue el día 17 de diciembre con 44.876 MW.

Estos datos demuestran algo que es de sobra conocido hace muchos años: hay suficiente potencia instalada en todo el territorio estatal para producir muchísima más de la energía eléctrica que se demanda.

Así, con la potencia actual instalada se podría atender prácticamente el doble de los picos máximos de demanda que se producen en los día de mayor consumo, que antes tenían lugar sólo en invierno pero que cada vez más se vienen dando también en temporada estival.

Desde la segunda mitad de la década de los 90, a raíz de la 'liberalización' del sector energético llevada a cabo por el gobierno de Aznar, se ha entrado en una loca carrera por la producción especulativa de las multinacionales eléctricas, buscando con ella incrementar de manera incontrolada el consumo y aumentando así exponencialmente sus beneficios, olvidándose por completo de aplicar políticas dirigidas a su buen uso, planificación democrática, regulación, recorte de consumo y ahorro energético.

Ello explica en buena medida la proliferación de centrales térmicas de ciclo combinado (CTCC), especialmente en el valle del Ebro.

No es casual que a los 800 MW de potencia instalados en Arrúbal, más otros 400 MW que quieren instalar próximamente, se les sumen los 800 MW de Castejón (Navarra) más otra CTCC de 400 MW cuya construcción ya está terminada (donde la autorización ambiental integrada concedida por el Departamento de Medio Ambiente del Gobierno de Navarra ha sido declarada ilegal y no ajustada a derecho por Sentencia de diciembre de 2007 del Tribunal Superior de Justicia de esta comunidad), los 1.200 MW que quieren instalar en Lantarón (Álava) y la previsión de otros 800 MW en Miranda de Ebro (Burgos), hacen de la zona media del valle del Ebro el territorio con mayo número de este tipo de instalaciones no sólo del Estado, sino de Europa y probablemente del mundo.

Hay varios factores que hacen de esta zona en concreto un lugar perfecto para las multinacionales eléctricas. El agua, junto con el gas, son las materias primas fundamentales para el funcionamiento de las CTCC, de tal modo que el Ebro se convierte en un apetecible tesoro gracias a que su caudal les permite disponer de las enormes cantidades de agua que necesitan para refrigerar esas centrales y el gaseoducto que une el Mediterráneo con el Cantábrico y que discurre prácticamente paralelo al río, les garantiza el suministro de combustible imprescindible para generar electricidad.

Son las piezas que encajan en un espacio ya de por sí degradado y contaminado.
Pero hay más, y en el caso que nos ocupa, estas centrales térmicas se convierten en las 'gasolineras del Tren de Alta Velocidad (TAV)'.

No se construyen exclusivamente dichas térmicas para el TAV, pero sí son las garantes junto con las centrales nucleares, del suministro de energía que necesita un TAV, dado sus altísimos consumos (hasta ocho veces más que el consumo de un tren convencional).

Esto hace que todas estas CTCC sean las suministradoras principales y estables de electricidad tanto a la línea TAV que une Barcelona y Madrid, pasando por Zaragoza, como a los proyectos para la construcción de la llamada 'Y vasca' y el corredor navarro del TAV (incluyendo el tramo Castejón-Logroño) de la que se pretende que sea la red de líneas de alta velocidad ferroviaria más extensa del mundo.

Como podemos comprobar, en el Estado el afán por construir más viviendas, más 'huertas solares', más parques eólicos, más kilómetros de redes de alta velocidad... no existen límites.

La insaciable avaricia del capital se ve acompañada por la dúctil clase política gobernante que 'deja hacer' e impone un suicida modelo de 'progreso' basado en el consumo desaforado, en la creación de necesidades superfluas buena parte de las veces y en la transformación de cualquier servicio en mercancía con la que especular.

ALFONSO SANTAMARÍA GARCÍA| PARTIDO COMUNISTA DE LOS PUEBLOS DE ESPAÑA
LARIOJA.COM

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