lunes, 7 de enero de 2008

Escépticos del cambio climático.





Un reducido grupo de periodistas y profesores monopoliza en las tertulias de radio y televisión las posiciones opuestas a las teorías más aceptadas sobre el calentamiento global.

La postura de la ciencia sobre el cambio climático parece robusta. El Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC) de la ONU afirma que es un proceso "inequívoco y evidente", y las revistas científicas, como Nature y Science, publican cada semana una avalancha de artículos consagrados a estudiar los efectos del calentamiento causado por el ser humano.

Sin embargo, los medios de comunicación siguen recurriendo a gurús del escepticismo para rebatir los argumentos de los investigadores, y da la impresión de que la comunidad científica se encuentra dividida.

El debate sobre el calentamiento en radio y televisión se ha convertido en una guerra de trincheras llena de referencias históricas. Los partidarios de la teoría del cambio climático comparan a los incrédulos con los que, en el medievo, se negaban a asumir que el planeta no era plano. Y los escépticos se defienden con el argumento de que la ciencia no es democrática. También Galileo Galilei, recuerdan, se enfrentó a la mayoría cuando anunció que no todos los cuerpos celestes giran alrededor de la Tierra.


‘El gran timo'


En el ámbito internacional, el escepticismo ha medrado gracias, sobre todo, a bombas mediáticas como el documental El gran timo del cambio climático, dirigido por el británico Martin Durkin, y el libro El ecologista escéptico, escrito por el politólogo danés Bjørn Lomborg.

En España, la incredulidad también tiene sus popes, como el periodista Jorge Alcalde, autor del libro Las mentiras del cambio climático (editorial Libros Libres).

Un puñado de estudiosos -como el director del Instituto Juan de Mariana, Gabriel Calzada, o el geógrafo Antón Uriarte- se reparte las tertulias televisivas para negar la importancia del cambio climático.

Para el oceanógrafo Carlos Duarte, del Instituto Mediterráneo de Estudios Avanzados (del CSIC y la Universidad de las Islas Baleares), las causas de estas suspicacias están claras. "Los escépticos son exhibicionistas, existen porque encuentran altavoces en los medios de comunicación", afirma. En su opinión, las apreciaciones de los escépticos son enriquecedoras, siempre que se formulen dentro de las reglas del debate científico. "La crítica tiene un papel importante en el progreso de la ciencia, y hay que asumir que ninguna teoría sobrevivirá al paso del tiempo", sostiene. Para Duarte, el verdadero problema llega "cuando aparecen los friquis, que tienen paranoias y ven conspiraciones".


Para la investigadora Eva Calvo, del Instituto de Ciencias del Mar, no tiene sentido ser escéptico frente al cambio climático a estas alturas, ahora que el IPCC ha mostrado las mismas conclusiones que en 2001, pero con un rango de error mucho menor. Calvo, que ha participado en los informes del IPCC, cree que Internet ofrece un caldo de cultivo perfecto para los escépticos: "Hay mucha información, no la podemos digerir y metemos en el mismo saco los artículos de Science y las informaciones del blog de un cualquiera".

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