jueves, 8 de noviembre de 2007

Las amenazas más graves son el cambio climático, extinción de las especies y el reto de la alimentación.





El programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (UNEP) recientemente dio a conocer un informe sobre medio ambiente para el desarrollo, titulado GEO-4. Este trabajo aporta una visión general de las tendencias medioambientales, sociales y económicas a nivel mundial y regional que se dieron en las últimas dos décadas, desde que la Comisión Mundial para el Medio Ambiente y el Desarrollo (la Comisión Brundtland) produjera el informe “Nuestro Futuro Común”.

El programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente dio a conocer un informe sobre medio ambiente para el desarrollo, titulado GEO-4. El trabajo aporta una visión general de las tendencias a nivel mundial y regional que se dieron en las últimas dos décadas. El cambio climático sobre el tapete. Los desafíos para el siglo XXI en América Latina.


En la actualidad, las amenazas más graves las representan el cambio climático, el índice de extinción de las especies y el reto de alimentar a una población en crecimiento. El documento sugiere que la forma de tratar con estos problemas de difícil manejo es ubicar al medio ambiente en el centro de la toma de decisiones, “medio ambiente para el desarrollo, no desarrollo en detrimento del medio ambiente”, advierte.

La explosión demográfica de los últimos años es uno de los temas que generan mayor preocupación, dice el informe: “la cantidad de recursos necesarios para sostener a la población humana sobrepasa lo disponible, ya que su demanda es de 21,9 hectáreas por persona mientras que la capacidad biológica de la Tierra es, en promedio, sólo de 15,7 hectáreas por persona”.

Para América Latina y el Caribe, tal vez el mayor reto es el diseño de políticas que se dirijan al manejo sostenible, tanto de los activos naturales como de los sociales. Las prioridades para esta región son el crecimiento urbano no planificado, las amenazas a la biodiversidad, el daño costero y la vulnerabilidad al cambio climático.

Si bien la región contiene el 23,4% de la cobertura forestal del mundo, el comercio, la urbanización no planificada y la falta de planificación en el uso de la tierra están conduciendo su conversión a pastizales y a monocultivos para la exportación.

Otros problemas acuciantes son la desertificación –causada por la deforestación, exceso de pastoreo e irrigación inadecuada– que afecta al 25% de la región, la salinización en algunas áreas y la intensificación agrícola, que está agotando los nutrientes.

Por otra parte, las tormentas tropicales y los huracanes del Atlántico Norte se han incrementado en número, frecuencia, duración e intensidad durante los últimos 20 años. Muchas veces las sociedades de la región no han podido hacer frente a estos eventos climáticos extremos debido a la falta de capacidades de adaptación y de sistemas de observación y monitoreo.

Aunque nuestra región –que constituye poco más del 8% de la población mundial– es una de las que más ha sentido los efectos del cambio climático, su contribución a este fenómeno es baja: es responsable de poco más del 5% de las emisiones mundiales de CO2.

Adaptarse al cambio

Los expertos de Naciones Unidas aseguran que además de los saberes técnicos, es indispensable la construcción de capacidades y marcos políticos e institucionales apropiados para mitigar y adaptarse al cambio climático. Algo nada sencillo para una región como América latina si se considera que entre 1990 y 2004 el PBI creció cerca del 2,9% anual, un porcentaje notablemente menor que en las otras regiones en desarrollo y muy por debajo del 4,3% necesario para cumplir con las Metas de Desarrollo del Milenio en la reducción de la extrema pobreza.

Entre otros factores, la falta de recursos económicos es uno de los causales de que en 2004 cerca de 127 millones de personas (aproximadamente una cuarta parte del total de su población) aún no contaran con acceso a agua potable y saneamiento adecuado, sumado a que tan sólo el 14% de las aguas residuales de la región es tratada adecuadamente.

Sin embargo, no todas son malas noticias. Un 10,5% del territorio total forma parte de las áreas protegidas y las tasas anuales de deforestación en el Amazonas están cayendo debido a la implementación de programas de prevención integrada y control. Otro ejemplo es el caso de Paraguay, que hasta 2004 tuvo una de las tasas más altas de pérdida de bosques, pero en la actualidad sus índices de deforestación se redujeron hasta llegar a un 85% en algunas zonas.

GEO-4 destaca el hecho de que América latina y el Caribe posee una alta diversidad cultural, con más de 400 grupos indígenas diferentes que se estima viven en la región. Pero advierte sobre la necesidad de rescatar los conocimientos ancestrales de estos grupos no sólo como legado, sino como saberes específicos –por ejemplo el uso de plantas medicinales– que nos permitirán enfrentar los retos medioambientales que se nos presentan para este siglo.

“Habitualmente, las respuestas de las políticas ambientales se han concentrado en reducir las presiones o en enfrentarse a los efectos; el objetivo está ahora cambiando hacia formas de transformar las fuerzas que crean las presiones, incluyendo el crecimiento demográfico y económico, el consumo de los recursos y los valores sociales”, describe el documento. “Los cambios estructurales en las organizaciones gubernamentales e intergubernamentales, dando prioridad al medio ambiente en los planes sectoriales, y un acercamiento más holístico en la planificación del desarrollo, pueden jugar un papel importante”.

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