sábado, 2 de julio de 2011

La xerojardinería, o cómo tener un jardín sostenible


Con la primavera, las flores estallan y todo el mundo quiere disfrutar de los parques y jardines.Aunque ahora ya estamos en pleno verano no nos viene mal recordar la escasez de agua que se ha producido otros años.

Los de su ciudad o, los más afortunados, los que lo tienen en su propia casa. Unos y otros requieren de unos cuidados específicos entre los que destaca especialmente el abundante riego. Por lo tanto, es fundamental que la concienciación para hacer un uso razonable del agua se produzca a todos los niveles, tanto por parte de las administraciones locales como de los particulares.


Para no arriesgar el nivel de nuestros embalses y pantanos podemos echar mano de la xerojardinería. El vocablo en cuestión podría traducirse como jardinería en seco pero la aplicación no es tan radical. Más bien se refiere a utilizar el escaso recurso del agua de forma más eficiente. Para lograrlo basta con poner en práctica unas sencillas técnicas que comienzan por la más obvia: elegir bien las especies.

Como en cualquier planteamiento sostenible, la lógica impone la selección de plantas autóctonas. La adaptación será más fácil y, por tanto, menos costosa, tanto en agua como en fertilizantes y protectores contra plagas. Una vez hecha la selección, una buena técnica es colocarlas por zonas, de manera que permanezcan juntas aquellas que precisen de los mismos o parecidos cuidados para poder optimizar el riego y los productos necesarios para su mantenimiento.

Una de las especies "contraindicadas" para la buena gestión de un jardín sostenible es el conocido césped. Consumidor insaciable de agua, conviene, si no prescindir de él por completo, acotar en la medida de lo posible su extensión y sustituirlo por materiales de recubrimiento, tanto orgánicos (cortezas o acículas de pino, restos de poda o paja) como inorgánicos (grava, tierra volcánica, arena o piedras de río). Estas alternativas proporcionan además ventajas adicionales como la protección contra heladas y malas hierbas o el enmascaramiento de los antiestéticos sistemas de riego.

La cuestión central: el agua

Los sistemas de riego son sin duda la piedra angular de la xerojardinería. Entre la multitud de opciones que existen, tres de ellos destacan especialmente por sus bajos consumos de agua: aspersión, goteo y exudación. Además de optar por cualquiera de estos sistemas, se deben cumplir unas normas que podemos elevar a categoría de "los clásicos":

• Regar en las horas de menos calor
• No hacerlo en días de viento fuerte
• Tener en cuenta la previsión de lluvias y la humedad del suelo

Además de restringir el consumo innecesario de agua, ahorraremos dinero. Y es que, recientemente, la Organización de Consumidores y Usuarios ha publicado un informe donde se recoge que en 2010 el precio del agua experimentó una subida del 4,5%, hasta llegar a los 1,36 euros por metro cúbico. Una de las muchas razones para apostar por técnicas como la xerojardinería.

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